Los temas de mi interés son variados. En algunas cosas podemos coincidir, en otras no. No necesariamente vamos a ser clones unos de otros pensando de una única forma y sin matices. Yo expongo mis valores, para mi son importantes y son el fruto de casi 40 años de reflexión. Pueden estar equivocados o necesitar un retoque, un aggiornamiento o un nuevo punto de vista. Pero ojo, no siempre lo nuevo es mejor. Y no siempre lo nuevo es justo y honesto. Yo sigo en mi misión autoimpuesta de tratar de exponer porque para mí son justos y honestos los valores que defiendo. Puedo equivocarme, pero lo hare buscando la justicia.

lunes, 2 de septiembre de 2013

De Lanatas, hambre, sed y cambios de cabeza


Vimos el último domingo el programa de Jorge Lanata y descubrimos la corrupción, la miseria, el hambre y la explotación que pasa la gente ahí nomás, cruzando la General Paz. Muchos nos indignamos lo indecible. Bah, los que no vivimos en un frasco de galletitas. Y al descubrir la realidad más allá del relato, muchos putean a Cristina, otros al kirchnerismo o al inexistente modelo. El tema no es el kirchnerismo o Cristina. Si alguien cree que con sacarlos del poder y poner a otros esto se termina, lamento decirle que es muy boludo.

Siempre dije que el kirchnerismo, como el duhaldismo antes que este o el menemismo antes que este, el peronismo, el camporismo, el loperreguismo o el peronismo clásico de Perón, son emergentes de  un país injusto corrupto y brutal. Entonces, sacá a Cristina, poné a Massa Presidente, y Lanata volverá a denunciar el hambre, la sed y la pobreza extrema en el país en un par de años. Nada habrá cambiado. ¿Porque? Porque el problema no está en el peronismo, o el kirchnerismo. Está en nosotros, en vos, en mí, en todos los argentinos y lamento decirlo, en todos los que emigran a esta bendita y maldita tierra.

Entiendan bien: en el massismo están convergiendo los ex Kirchneristas que antes convergieron a este desde el Duhaldismo y que a su vez convergieron a este desde el menemismo y así pasando por la renovación peronista hasta llegar a Perón. El PJ se recicla y los mismos gobernadores conservadores y familias feudales del interior y el conurbano hoy son menemistas, mañana kirchneristas y pasado Massistas. Entonces, es difícil prever que el que fue feudal, corrupto, opresor durante décadas, por el mero hecho de cambiar el nombre del partido cambie sus arraigados malos hábitos.

Es nuestro deber exigir éticamente a los que quieran guiarnos una conducta intachable. Y castigarlos ante cualquier desvío. Es algo en lo que insisto siempre y a lo que llamo “Voto Ético”: Elegir por conducta, trayectoria, honestidad. Y castigar con el voto la corrupción, la complicidad, la mínima falta antirrepublicana. No enamorarnos del marketing y los personajes de papel que este crea. Y sobre todo, una vez tomado el camino, no desalentarse. Porque si llevamos 200 años elegiendo al peor líder en el cargo más delicado, serán décadas de “Voto Ético” antes de ver la luz al final del túnel y salir de este ciclo de decadencia perpetua.

Pero a este “Voto Ético” debemos agregar un cambio ético propio. Cada uno. No podemos exigir honestidad y coimear al cana que nos hace una multa, no podemos exigir honestidad si después  evadimos impuestos o facturamos en negro o contratamos en negro. Porque una nación de gente egoísta, corrupta, facilista fue el caldo de cultivo del peronismo original. Nosotros (o nuestros ancestros más específicamente, pero me refiero al conjunto de la sociedad argentina) creamos al monstruo. Luego el monstruo se alimentó de lo más profundo y malvado de nosotros. Porque es más fácil hacer el mal que el bien. Y esta no es una definición de libro de aventuras. El peronismo (al que Carrió acertadamente define como PeJotismo) creció monstruo. Creció hidra. La gente, la sociedad argentina, alimentó al monstruo y le dio poder sobre nosotros que el PJ ejerce sobre nuestra nación hasta hoy.

El PJ creció y a este confluyeron los mejores de los peores. Y así se creó ese “campo de distorsión de la realidad” donde lo malo es bueno, lo bueno es boludo, robar está bien y cualquier camino es válido para obtener nuestro beneficio, no importa el daño que se cause en el camino. No importa mientras el discurso es lindo y patriotero e inflama esa vena autoritaria y triunfalista del argentino. 70 años hemos vivido en ese campo de distorsión de la realidad. Hemos sido víctimas de lo que ayudamos a crear. Hemos tenido casi un “síndrome de Estocolmo” a nivel político con aquellos que nos han tomado de rehenes por décadas. Pero el mal no es el monstruo, el PJ. Es como culpar al rottweiler que mata a un niño. La culpa es del dueño que crió un perro asesino sabiendo cómo era y permitiendo que saliera libre. Cristina existe porque nosotros le dimos el poder al Kirchnerismo porque creímos  que era solo ganarle a Menem y cambiar. Lo admito, yo también lo creí durante unos años. Pero el problema está en nuestras cabezas. En nuestra fijación mental que nos hace venerar a un hijo de puta como Maradona y reírnos del tipo que paga sus impuestos, en admirar a tipos que “venden humo” “fuman debajo del agua”.

Cuando escuchaba a Cristina comparar esta fallida Republica con Australia y Canadá me preguntaba ¿Cómo hicieron para ser mejores que nosotros? simple: dijeron, acá se respetan las leyes, se hacen las cosas bien y el que no, las paga. Eso debemos hacer. O seguir perdiendo hasta que dejemos de existir como nación.

Ya les di la solución. La única que creo importa. Es tan elemental que no entiendo como nadie la dice. La solución al problema argentino No es un cambio de modelo económico, o político, o social. Ni siquiera es un problema educativo. Es más profundo que liberar el dólar o bajar las tasas o abrir o cerrar las importaciones. Ni Privatizar o Estatizar. Hemos probado todas estas recetas por 200 años y no han resultado. La solución es cambiar nuestras cabezas. Exigir honestidad a rajatablas y practicar lo que predicamos.

Es hacer de una buena vez, un cambio Ético.